Mochilero en Guinea Bissau (I)
Guinea Bissau por libre
A Bisáu llegué por tierra, desde Senegal. Un día antes, en la localidad de Ziguinchor, me acerqué en mototaxi (300CFA)al sencillo Consulado de Guinea Bissau, donde un agradable funcionario me atendió enseguida. La visa me costó 20000CFA (aproximadamente 30 euros al cambio). Un lugareño me comentó que en la misma frontera se podía conseguir un visado para entrar al país, pero significativamente más caro, alrededor de 100 euros. ¡Wow! Esta opción hubiera sido un "desastre" para mi economía diaria, que la tenía presupuestada precisamente en ese número redondo. Y para eso era muy talibán, me gustaba llevarlo a rajatabla, sobre todo al principio.
Consulado de Guinea Bissau en Ziguinchor |
"La opción más conveniente, sin lugar a dudas, para gestionar el visado al ingresar al país por Senegal es acudir al Consulado de Ziguinchor."
Utilicé el transporte público, tomando un setplace en la Gare de Ziguinchor, que tenía aspecto de cementerio de coches. El más moderno debía rondar los veinte años de antigüedad, y la última revisión seria de todos aquellos milagros de la gravedad se debió pasar en un taller europeo antes de recalar definitivamente en Senegal.
Dado que la estación estaba ubicada en las afueras, tuve que tomar un taxi moto (300CFA) para llegar a ella.
Pasar los puestos fronterizos no supuso ningún quebradero de cabeza, y nadie intentó extorsionarme, como sí ocurrió en la frontera de Gambia semanas más tarde. La salida de Senegal fue muy rápida y la entrada a Guinea Bissau los funcionarios inspeccionaron mi equipaje y me registraron manualmente en un libro de entradas después de verificar que tuviera la visa en mi pasaporte, sellándomelo con fecha de 30 de octubre de 2019.
Visado de entrada a Guinea Bissau por la frontera terrestre colindante con Senegal. |
"Lo que para los locales es habitual, a ti te da la sensación de estar en uno de los momentos culminantes del viaje."
Cita de Nelo del creador del blog de Viaja o Revienta
No debería quejarme y abordar la situación con espíritu aventurero, que es lo que realmente era aquel viaje. Además, no era la primera vez que me aventuraba a la franja más indómita del continente africano y, por lo tanto, no podría haber testificado a mi favor Doña Ignorancia, es decir, estaba ahí porque quería, por propia voluntad. También me hubiera resultado incluso ofensivo quejarme en público frente a aquellos que no tienen otra elección; aquellos que, de una forma u otra, dependen de estos medios de transportes maléficos en una tierra despojada de toda comodidad.
Pero la sensación que experimentaba era la misma que narraba el veterano viajero Nelo, el principal artífice de que, al leer sus evocadores escritos, me contagiara el entusiasmo por explorar esta maravillosa tierra que acabó cautivándome tanto que a veces ,sin querer, la idealizaba cuando hablaba de ella, No es que no fuera consciente de la realidad del país, es que el profundo amor que sentía me cegaba cuando me dejaba llevar apasionadamente en mi oratoria.
Los escritos de Nelo sobre Guinea Bissau cruzaron mi mente mientras viajaba en el último asiento posterior del vehículo, apretujados cuatro personas y dando botes continuamente a causa del mal estado del asfalto, lleno de oquedades que no se reparaban en siglos. Fue entonces cuando en uno de esos botes se esbozó una amplia sonrisa en mi rostro junto aquellos rostros resignados al recordar una cita de él, ya que su descripción no podía ser más acertada, al menos para mí: " Lo que para los locales es habitual, a ti te de la sensación de estar en uno de los momentos culminantes del viaje".
Sin embargo, a pesar de esa sensación extraordinaria, no por ello te sentías tentado a veces a maldecir aquellos transportes públicos, especialmente cuando la novedad de los primeros días se transformaba ya en un acto algo rutinario. En esos momentos ,para mis adentros maldecía el país, me decía: ¡Bisáu me cagú en too!
Antes del 2017, ese mismo trayecto requería toda una jornada debido a que era necesario cruzar dos ríos en barca, ya que no existía ningún puente para superarlos en vehículo. Afortunadamente, en mi viaje habían construido dos flamantes puentes que reducían bastante la duración del viaje.
Al mediodía, me encontraba en las afueras de la pequeña capital. Aproveché para comprar una bolsita de 50 cl herméticamente cerrada de agua (50CFA) para saciar mi acentuada sed, que debía abrir por una de sus esquinas para beberla.
Un taxi me llevó por 2000 CFA al centro de la ciudad. Mi primer día me alojé en Pensao Creola , los otros tres los pasé en el Hotel Ta-Mar. El primero era un edificio colonial con mucho encanto, pero no tenía aire acondicionado; el otro ,un insípido edificio en las proximidades del puerto, pero con la bendición de la tecnología en su interior y, además, funcionaba de maravilla, cosa extraña en África.
Pensao Creola |
Centro de Bisáu |
No obstante, la elección del segundo, la primera vez, fue obligado por las circunstancias, ya que la Pensao Creola estaba completo. En cambio, la segunda vez, me decidí por él porque me cayó bien el modesto conserje de recepción (mucho mejor que el suizo que regentaba el otro negocio), quien amablemente me sugirió, en mi último día, publicitar su alojamiento a otros viajeros extranjeros.
La capital guineana no podemos esperar grandes puntos de interés turísticos ni con una logística preparada para recibir turistas. Los blancos que suele pulular por ellas es por trabajo, voluntariado o negocios, y muchos de esos negocios, por lo que se comentaba, especialmente las personas de origen sudamericano, no eran precisamente cristalinos. Algunas de las islas deshabitadas del Archipiélago de Bijagos parece ser que son utilizadas por narcotraficantes como base para introducir la droga a Europa.
Sin embargo, Bisáu ofrece al viajero una experiencia única y exótica que acabara atrapándole, siempre que se deje llevar por su ritmo tranquilo y sosegado. El centro era un lugar bastante seguro. El mayor peligro se relacionaba con la poca iluminación al anochecer, por el estado del alcantarillado, aceras y avenidas, aumentando considerablemente el riesgo de tener un accidente si no se tiene cuidado que puede estropear nuestras vacaciones.
"Bisáu no tiene grandes puntos de interés turístico, eso es cierto; pero tiene lo que falta a muchas ciudades turísticas: autenticidad y exotismo."
Una de las actividades que más disfrutaba durante mi estancia allí era pasear por el muelle de Pidjiguiti y sus alrededores, ver los cambios de marea, algo a lo que no estamos acostumbrados los que vivimos junto al Mar Mediterráneo. Me fascinaba ver a los pescadores, los vendedores y a los militares en su quehaceres diarios, incluso con algunos conseguía tener agradables charlas. Dado que había leído que estaba prohibido tomar fotos del puerto debido a la presencia de instalaciones sensibles ,un día me envalentoné y decidí pedir permiso a un militar que tenía cara de buen nano, y acerté completamente, mi intuición no me falló.
Puerto de Pidjuguiti |
El muelle de Pidjuguiti tenía forma de T, y desde ese lugar partían las canoas a Bolama y Bubaque, siempre con permiso de la marea y las corrientes. Para ir a Bolama, por mencionar un solo ejemplo, pasé toda una mañana esperando desde el amanecer; pero eso no era lo peor que podría ocurrir, lo peor era que suspendieran la travesía por el estado adverso del mar. Salir con mala mar con aquellas embarcaciones era la mejor manera de despedirse del mundo.
"Los trayectos hacía Bolama y Bubaque tenían una duración de unas cuantas horas y en sus sencillas embarcaciones no había instalaciones sanitarias. Con el fin de evitar cualquier inconveniente escatológico, opté por no cenar en la víspera de mis correspondientes partidas y limitar mi ingesta de líquidos en las horas de espera y travesía de cada viaje."
Transporte a Bolama |
El puerto propiamente dicho se encontraba a unos cientos metros más adelante y es donde estaban las grandes navieras. El acceso estaba restringido. Desde allí, partía el ferry Consulmar Bissau que salía todos los viernes a Bubaque. Las oficinas estaban ubicadas en el paseo paralelo al mar, muy cerca de allí. Por ser extranjero, debía pagar un precio elevado que decidí no aceptar.
Consulmar Bissau es una compañía dedicada al transporte de pasajeros y mercancías (en ferri) a Bubaque y Enxudé con las comodidades necesarias para asegurar un viaje agradable. También se puede viajar en lancha rápida pero los precios son prohibitivos para un mochilero.
Desplazarme en esas embarcaciones de madera propulsadas por uno o dos motores fueraborda ha sido una de las experiencias más increíbles que he vivido a lo largo de mis viajes, a pesar de la rudeza y las incomodidades. Durante mis travesías, compartí momentos entrañables con los pasajeros autóctonos y dos cooperantes europeos que trabajaban para una ONG: Rosalía y Merlín. El segundo había nacido en África, pero se había criado en Bélgica.
No es un viaje apto para todo el mundo y conlleva un mayor riesgo que se debe sopesar bien, pero es una experiencia que no debería perderse nadie que ame las experiencias genuinas y la aventura.
Primer viaje en canoa (Bissau-Bolama) con el sol flagelándome la nuca. |
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En otra canoa con la lección aprendida. Nunca al lado del sol. |
Merlín afirmaba que muchos lugareños a menudo habían avistados a los buitres sobrevolando el precario Hospital Nacional Simäo Mendes de la capital de Guinea Bissau. Según la leyenda urbana, se decía que los fallecidos acababan convirtiéndose alimento de estos seres alados. Pero lo cierto es que durante los días que estuve allí nunca presencié a ninguno sobrevolar el recinto, por mucho que pareciera cualquiera cosa menos un hospital y fuera uno de los países más pobres del planeta.
.Aunque la historia de las aves rapaces resultaba ser una exageración, como suele ocurrir en relatos estrambóticos, escondía una verdad cruda y triste. La atención médica se enfrentaba a un grave problema de recursos económicos y falta de personal cualificado. La situación fuera de Bisáu era todavía peor. En Bubaque, el único "centro médico" del archipiélago el médico atendía por igual a personas y animales en su consulta con recursos muy limitados, casi inexistentes. Merlín sostenía que si teníamos que enfermar que fuera de malaria, una de las pocas enfermedades archiconocidas y tratadas con regularidad.
Actualmente (2023), el gobierno vasco a través de su departamento de salud (Osakidetza) tiene en marcha un proyecto a largo plazo para mejorar la calidad del sistema sanitario de este país.
Si bien es cierto que antes de llegar al país en 2019 ya tenía conocimiento de que era uno de los países más pobres del mundo, no por ello dejó de sorprenderme las historias que me contaron las personas con las cuales interactúe a lo largo de mi viaje.
Ya, ya... Lo sé. No me olvido de los pocos sitios interesantes desde la perspectiva cultural. La Fortaleza de Amura probablemente fuera la construcción más destacada junto con algunas casas coloniales de la época administrada por Portugal.
"La fortaleza de Amura probablemente era la construcción más destacada desde el punto de vista turístico para visitar."
En ella estaba enterrado el hijo predilecto de Guinea Bissau y Cabo Verde (se barajó la posibilidad de que ambas regiones conformaran un único país): Amílcar Cabral, ideólogo y activo militar en la independencias de sendos países.
En el museo de armamento de la fortaleza de Amura acompañado de mi guía militar. |
En 2019,la fortaleza albergaba el Estado Mayor General de las fuerzas armadas del país, que solo permitía la visita por la mañana y con guía, restringiendo el movimiento en su interior a algunos puntos de interés.
Me hicieron esperar en la entrada hasta que apareció una mujer poderosa de sonrisa franca en el patio de armas. Sus compañeros no se resistieron a bromear con ella, utilizándome a mí como instrumento para ello. "Mira, ya te hemos encontrado un marido rico". La verdad es que no era la primera vez que me ocurría con los cuerpos y fuerzas de seguridad de un estado, era una broma muy socorrida; recuerdo que lo mismo me sucedió en Irán y Nepal.
En el otro extremo de la entrada principal, destacaban en un humilde cementerio los restos mortales de Amílcar y dos presidentes del país, paradójicamente uno de ellos asesinados por los militares. El lugar estaba totalmente descuidado.
Luego nos dirigimos al sobrio Museo de Armamento ubicado en una nave oblonga. En su interior había una sala con el despacho y los aparatos de transmisión utilizados por Amílcar y una sala amplia que exhibía armamento de la historia reciente del país, destacando para los amantes de las armería una arma larga fabricada en Guinea Bissau.
Coche donde falleció Amílcar |
Asiento del conductor impoluto donde supuestamente falleció Amílcar |
Finalmente, llegamos a un pequeño hangar con el supuesto Volkswagen Escarabajo en el que murió Amílcar tiroteado en Conakry en el año 1973.Digo "supuesto" porque el vehículo estaba en un estado impoluto, no presentaba ningún impacto de bala. Y no me imaginaba a los guineanos restaurando el coche hasta esos extremos.
Enseñándome la simpática muchacha como se comunicaba los independentistas guineanos para no ser captados por los portugueses. Tocando el krin,un instrumento típico de la región. |
Antes de marchar la militar me invitó a entrar en una pequeña oficina para dejar mi opinión en un libro de visitas y hacer un donativo en una enorme hucha de metacrilato con algunos billetes. Dejé un generoso donativo.
La Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria era otro lugar indicado para visitar, aunque era muy sencilla. La mejor experiencia sería poder participar en una misa, ya que en África no suelen ser tan aburridas como en Europa.
Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria |
Salir del país lo hice de la misma manera como entré pero a la inversa.
Y aquí se acaba mi entrada de la capital de Guinea Bissau, que podría explicar muchísimas más cosas, pero creo que es suficiente por hoy.
Y ya sabéis, si os tenéis que cagar en este hermoso país en algún momento de vuestro viaje que no os escuché nadie, por respeto a sus maravillosos ciudadanos:
Bisáu me cagú en too
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Tomando el último té antes de abandonar Guinea Bissau. Una despedida amarga, como todo destino que acaba atrapándote y te encoge el corazón cuando te despides. |
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