Mochilero en Angola (IV)
Capítulo cuarto
En las monumentales piedras de Pungo Andongo
Tocaba descubrir las Pedras Negras de Pungo Andongo, unas formaciones rocosas de inigualable belleza en la sabana infinita de África, donde la mayoría de los protagonistas ancestrales ( mamíferos) habían desaparecido en muchos kilómetros cuadrados de extensión. Esta desaparición podría deberse a las tres décadas de guerra civil y la colonización portuguesa, aunque no pude encontrar una fuente que corroborara esta suposición.
En las surrealistas formaciones rocosas de Pedras Negras. |
Se cree que el nombre pudo haberse originado de la lengua nacional Kimbundu, donde "ma-lanji" (malanje) significa "las piedras".
Antes de tomar el taxi compartido, me acerqué a un comercio para recargar mi tarjeta de prepago, ya que los datos se consumían rápidamente al reproducir videos de You Tube. El amable tendero procedió a recargarme el saldo a través de su móvil. Sin embargo, hubo un malentendido y él cargó 2000kz de saldo para "VOZ" en lugar de "DADOS", es decir, solo llamadas y no para datos . En un puesto de recarga en Cacuso, me indicaron cuál fue el problema al ver el mensaje de texto que me envió la compañía UNITEL. El mensaje dejaba claro que la recarga realizada era solo para llamadas, incluso estando escrito en portugués si lo hubiera leído lo habría comprendido. Por lo tanto, no tuve más remedio que pagar 1000kz adicionales para obtener saldo de datos.
Como siempre, tomé una mototaxi para que me llevara hasta la parada de taxi compartidos con dirección a Cacuso, la población con servicios más cercana a Pedras Negras. Esta vez tuve más suerte y cuando llegamos partimos en un vehículo destartalado dirección a Cacuso (1500kz). Los pasajeros no dejaban de hablar apasionadamente sobre el futbol regional de Malanje, como verdaderos entendidos; su tertulia era muy parecida a muchas que había escuchado a lo largo de mi existencia en mi tierra.
Los precios de los trayectos no llegué a negociar ninguno, ya que muchos angoleños eran honrados y los precios risorios; pero también hay que decir que algunos me cobraron un poco más, pero ese poco más me sirvió para ir en el asiento del acompañante, mucho más cómodo. Así que tomé la decisión de dejar que alguno me engañara a favor de mis añejas posaderas.
No pasó mucho tiempo en llegar a Cacuso. Tan solo separaba de las dos poblaciones 45 kilómetros. Al pasar la Hospedería Cacuso, le indiqué al conductor que parara, quien paró cien metros después.
Hospederia Cacuso |
Accedí al interior del establecimiento donde me atendió el aburrido recepcionista. Me mostró una lista de precios en una lamina enmarcada que reposaba verticalmente sobre el mostrador, y elegí la habitación "solteiro" por 9500kz.
La habitación era pequeña y con una luz insuficiente para alumbrarla, pero contaba con aire acondicionado y baño privado. No proporcionaban toallas.
Al mediodía, salí completamente helado del interior mientras intentaba descansar de las altas temperaturas del exterior, para preguntarle al recepcionista dónde estaba el mando del aire acondicionado para ajustar la temperatura. Resultó que solo tenía uno para todas las habitaciones. El recepcionista se acercó y lo subió para mí.
Tabla de precios de la Hospederia Cacuso. |
La habitación más sencilla y deprimente de mi viaje por Angola. |
Como la habitación todavía no estaba disponible, aproveché para dar una vuelta por el pueblo. Me acerqué a un recinto cerrado con naves habilitadas como aulas escolares y una iglesia destacable: Nuestra Señora de Fátima. Pregunté si podía entrar al interior del recinto para ver el exterior del santuario religioso, ya que estaba muy concurrido por niños de todas las edades yendo a sus respectivas clases.
La iglesia de Nuestra Señora de Fátima fue casi completamente destruida a causa de la guerra. En octubre de 2008 fue reinaugurada después de una profunda reconstrucción, aunque viendo lo descorchada que estaban sus torres hubiera jurado que era la original sino hubiera encontrado ninguna información de su destrucción por internet. En su interior, había una imagen de la virgen de Fátima ofrecida por el santuario homónimo en Portugal.
La iglesia de Nuestra Señora de Fátima de Cacuso. |
A las once, realizada completamente la entrada a la Hospedería Cacuso, tomé los servicios de una mototaxi para dirigirme a Pedras Negras, 80 kilómetros ida y vuelta por 6000 kz. La carretera tenía muchos baches y en algunos tramos el asfalto había desaparecido, pero apenas nos cruzamos con otros vehículos.
En una pequeña población, tomamos un desvió por un pista asfaltada. La moto de baja cilindrada sufría en las rampas más pronunciada durante la subida a la fortificación, pero pronto estábamos circulando alrededor de las formaciones rocosas de una belleza singular, que parecían haber sido esculpidas por un Dios caprichoso.
La fortificación fue construida en 1671 y se utilizó como cárcel. Durante tres siglos, hasta mediados del XIX, siempre hubo una guarnición en este lugar encargada de custodiar a los presos. Actualmente se encontraba en ruinas, aunque en algunos edificios vivían los angoleños.
Antigua prisión colonial en Pungo Andongo. |
Si no fuera por las duras condiciones que tuvieron que vivir aquellos prisioneros, sería la prisión más hermosa y benévola de la historia de la humanidad, rodeada de un paisaje taumatúrgico. Era un lugar que invitaba a quedarse a pernoctar. Y el espectáculo que debía ofrecer la bóveda celeste en las noches despejadas debería ser un espectáculo sin parangón terrestre. Las personas que lleven su tienda a cuestas en sus viajes no deberían descartar plantarla aquí. Solo se debe pedir permiso a los residentes y ser autosuficiente. En esta antigua fortificación no había tiendas. Incluso me dijo Augusto, un residente que nos hizo de guía hasta el mirador, que sin ella se podría buscar un refugio donde pasar la noche.
Le dije a mi conductor que necesitaría una hora para explorar los alrededores. Tomé dirección a la antigua enfermería y crucé una estrecha senda entre una densa vegetación, indicado amablemente por Augusto, quien en ese momento estaba trabajando en un campo arado. Ascendí por la húmeda piedra con millones de años de existencia y pude deleitarme de un paisaje que me sorprendió. Las fotografías no hacían justicia al lugar. Era casi un acto milagroso que aquellas formaciones rocosa se elevaran en un escenario totalmente diferente. Hasta el joven conductor quedó seducido por el emplazamiento y tomó algunas fotos, uniéndose a la exploración. Y es que a pesar de que nos separaba tan solo 40 kilómetros de Cacuso era la primera vez que visitaba Pungo Andongo.
La antigua enfermería de la época colonial. |
Formación rocosa que a los autóctonos les recuerda a la vulva de una mujer en Pedras Negras. |
Hangares de la fortificación portuguesa. Tal vez las celdas de los prisioneros. |
Mi conductor habló con Augusto y nos llevó al mejor mirador de los alrededores. Una amplia pista que comenzaba en el centro del antiguo destacamento nos conducía hasta una formación rocosa con aspecto de elefante. Desde allí, unos peldaños desgastados salvaban los últimos metros verticales.
Junto a este edificio nace la pista al mirador. |
Formación rocosa con aspecto de elefante. |
Augusto llevándonos al mirador. Al fondo la escalera que nos llevará a él. |
Desde allí podía contemplar el río Kwanza y una gran hondonada inundada por la presa de Capanda, por las fotos de internet y la panorámica del pantano debía ser un gran dique. El único elemento que fallaba en esa jornada era el cielo encapotado, amenazante. Sin embargo, a pesar de ser época de lluvias, esta se comportó como una gran anfitriona y no incordió demasiado al viajero, y cuando lo hizo, fue en horas intempestivas.
Panorámica del río Kwanza. |
Augusto me señaló un agujero con pliegues en el centro de una roca, al lado opuesto del antiguo destacamento portugués, y sonrió pícaramente: "A esta le llamamos mujer predispuesta a ser complacida. ¿Sabes por qué?" Y los tres reímos ante la ocurrencia de Augusto. En realidad, esa oquedad recordaba mucho al órgano sexual femenino, y sí, la llamaban entre los locales mujer o algo parecido.
Una de las cosas que más me sorprendió era el papel participativo de la mujer angoleña en la sociedad, mucho más empoderado que en la mayoría de países pobres que había visitado a lo largo de mi vida.
Mi conductor y Augusto. |
Le di una merecida propina a Augusto y descendimos por la pista pavimentada unos metros y nos desviamos por un camino de tierra para visitar el lugar donde la leyenda local aseguraba que la pequeña huella en la roca inmortalizada era la de una de las mujeres más célebres de África: Njinga Mbandi.
Njinga Mbandi fue una reina guerrera africana que resistió durante décadas a la ocupación portuguesa. Algunos historiadores la describen como una mujer valiente e inteligente, mientras que otros la describen como una mujer cruel, capaz incluso de matar a su hermano para alcanzar el poder o asesinar a los amantes de su harén tras obtener de ellos el placer sexual que buscaba. Como toda figura histórica y poderosa, había sombras y luces sobre ella.
Sin embargo, todos coinciden en que fue una de las mujeres más destacadas y célebres de África que luchó fervientemente contra la ocupación y la esclavitud durante cuatro décadas.
El hecho es que tuvo que huir de la costa para establecerse y fortalecerse en Pungo Andongo, debido a la presión colonial. Pasó mucho tiempo allí con su pueblo, luchando incansablemente contra el ocupante.
Hoy en día, es considerada una heroína y un referente nacional para el pueblo angoleño, especialmente para las mujeres, habiendo inspirado libros y películas.
Otra curiosidad interesante relacionada con la reina angoleña está relacionado con el origen del nombre de Angola, que provienen de la palabra kimbundu "Ngola" que significa reina. Los portugueses frecuentemente utilizaron la designación kimbundu de reina para referirse a Njinga, lo que finalmente dio nombre al nuevo estado africano.
Estatua de Njinga Mbandi (1582-1663) expuesta en la Fortaleza de Sao Pedro en Luanda. Una de las mujeres más destacadas de la historia del continente africano. |
El pequeño tramo de tierra no estaba en el mejor estado posible. Bajé de la moto y caminé hasta el espacio rocoso donde se ubicaba la pequeña huella atribuida a la reina angoleña, delimitada y protegida por un pequeño muro. Cerca de allí, vi otra huella que parecía indicar que pudo pertenecer a su padre N´gola Kiluange.
El joven motorista, entusiasmado por encontrarse ante la supuesta huella de la reina Njinga, no paraba de tomar fotos y sonreír. Se sentía profundamente satisfecho, mucho más emocionado que el que escribe esta entrada. Y eso me alegraba, ver su estado emocional tan dichoso.
Bajamos los kilómetros que nos separaban de la carretera principal y paramos en la pequeña población a tomar un refresco en un colmado.
La huella atribuida a la Reina Njinga |
El joven motorista en la pista que conduce a la supuesta huella de Njinga. |
Me despedí del joven en Cacuso, intercambiando números de teléfonos. Aunque me dijo su nombre, soy un desastre para recordarlos; la mayoría los olvido. Normalmente los anoto, pero ese día no lo hice. Solo recordaba el nombre de Augusto.
Aproveché las últimas horas del día para explorar la bulliciosa y alegre población, y tomé unas cervezas Cuca en la modesta terraza de un local polvoriento y algo deprimente, mientras charlaba distendidamente con el propietario durante varias horas. En un rincón, su esposa y otra mujer elaboraban el funge, el plato más típico de Angola que se sirve de acompañamiento de otros platos, elaborado con dos sencillos ingredientes: harina de maíz o yuca y agua. Tuve la oportunidad de probarlo pero su aspecto no me resultó muy atractivo para el paladar y preferí no probar esa espesa masa blanca.
Por la noche, fui al único restaurante propiamente dicho de la localidad, perteneciente a la Hospedaría Cacuso, pero al observar que los únicos platos que servían eran con carne, opté por comprarme unas galletas en uno de los colmados ubicados en la calle principal.
Y la noche volvió a envolverme, para apagar mi conciencia y retornar al lugar donde más tiempo pasamos todos. Reseteando mi cuerpo para el día siguiente.
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La modesta terraza de un local de comidas donde me tomé varias cervezas Cuca con la agradable compañía del propietario. |
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