Mi última mañana en Tirana (XVIII)
Capítulo XVIII: Crónicas de un viaje a los Balcanes ( Albania)
Tarragona, 16 de octubre de 2023
Me sentía un poco anquilosado de haber estado tantas horas tumbado, me había hecho el remolón en la cama demasiado tiempo. Recogí con cierta tristeza mis bártulos. Era la última vez que lo haría en este viaje a los Balcanes. La Torre del Reloj de la plaza central marcaría mi partida, al mirar sus agujas, señalando la hora de irme. La parada de autobús para realizar el traslado al aeropuerto se hallaba a unos cincuenta metros de ella, en Rruga Ludovik Shilaku.
Contemplé la plaza por última vez, como quien observa por última vez a una maravillosa amante que nunca más volverá a ver, antes de despedirme de ella. No era la más hermosa del mundo, pero poseía un encanto especial que me tenía fascinado. Llamada Skanderberg en honor a su héroe nacional, con un monumento ecuestre dedicado a él. El comunismo derribó muchos edificios históricos que alteraron su fisonomía, la cual sigue cambiando hoy en día con adiciones como los nuevos edificios altos y los que están en construcción. Sin embargo, su esencia pervivía en su camaleónica existencia. No necesitaba de celestina para encontrar pretendientes.
La carretera que nos llevaba al Aeropuerto Internacional de Madre Teresa estaba profusamente engalanada sus flancos de banderas de Alemania, EEUU y UE. Probablemente relacionado con la Cumbre UE- Balcanes Occidentales del día 16 de octubre de 2023. De hecho, los lideres comenzaban a llegar ese mismo día, provocando en todos los vuelos retrasos de unas horas. Por fortuna, mi vuelo no tuvo más de una hora de retraso. En el lado restringido del aeropuerto, ya dentro del avión y mirando desde una de las ventanillas ovaladas, observé bastantes coches de alta gama y personas trajeadas esperando a los pasajeros Vips.
¡Qué fantásticas vistas tenía la pequeña y moderna sala de embarque! Con aquellas prominencias que surgían abruptamente del llano en el horizonte, creando una imagen espectacular que la mayoría de pasajeros parecían ignorar, ya fuera por familiaridad, por el cansancio o porque no había que pagar para verlo.
Se estaba terminando, otro viaje más que quedaría inmortalizado en mi memoria mientras mi cuerpo resistiera los embates del universo en su constante ciclo de creación y destrucción en su alocado idea de seguir expandiéndose sin cesar.
A pesar de todo, me sentía mimado por él, siendo el hombre más afortunado en un mundo en el que no creía pero que aún así seguía fascinándome e interesándome para continuar viajando. Sentía el anhelo de proseguir, una suerte de adicción que mantenía mi espíritu vivo, imbuido del asombro y la melancolía de un niño soñador. Sin saber muy bien qué encontraría al final, pero con la intuición de que no hallaría nada antropomórfico y que anhelaba una redención plena para todos los seres vivos, condenados en este mundo a las arbitrariedades y determinismo de un universo cínico.
EL FIN DE UN VIAJE,
EL COMIENZO DE OTRO...
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