ASCENSIÓN A SANT JERONI EN UN VIERNES GLACIAL
Son las diez de la mañana cuando inicio la ascensión al punto más elevado de la más sagrada de las montañas de Cataluña, es decir, Montserrat. Iniciándola desde las afueras de la pequeña población de Monistrol de Montserrat.
Es un día desapacible por mucho que el astro rey de nuestro sistema solar se presente sin ninguna interferencia en la atmósfera y ya estemos a finales de noviembre. El viento gélido que azota la comarca genera una sensación mayor de frio de lo indicado en el termómetro. Por lo tanto, no tengo más remedio, si no quiero que me invada los tembleques, que cubrir mi cuerpo con más ropa de Decathlon, que mi presupuesto no llega para marcas superiores.
Una parte del primer tramo, unos cincuenta metros, me sorprende una inesperada trepada que no entraba en mis planes, dado que las informaciones recabadas por internet no la señalaban. Aunque es cierto hay una pista que la serpentea recorriendo más metros. Sin embargo, justo en el momento que iba a renunciar a treparla, un joven deportista la trepa como si se tratara de un sarrio. Y considerando que todavía soy joven, a pesar de no tener agilidad ni velocidad, opto al final por seguir los pasos del chico. La trepada es sencilla, solo tengo que seguir el itinerario de él. Subo con mayor torpeza pero igual de efectivo, ya que en cinco minutos estoy en un ancha pista de tierra que asciende suavemente.
Aproximadamente en diez minutos abandono la pista para tomar un atajo, un sendero bien señalizado que me llevara más rápido al monasterio. En el cual aparecen repechos con pendientes que aceleran mi corazón pero que las subo de repelón.
A mitad de camino me cruzo con una chica escuálida con una bonita mirada. Nos saludamos y me da ánimos. No llega al minuto, pero ese bendito saludo me da fuerzas renovadas y mi ánimo se reconstituye. Desde luego, con esos ojos celestiales consigue eclipsar su poco agraciado cuerpo.
Finalmente, después de ver pasar varias veces el tren cremallera llego al enclave monacal, embutido entre montañas, unas montañas que parecen haber sido moldeadas por los caprichos infantiles de unos dioses antropomórficos.
Monasterio de Montserrat |
Tal vez , en otra época, antes de que llegara el funicular y el tren cremallera, y con estos el turismo masivo, fuera un lugar que evocara en el viajero misticismo y espiritualidad. Pero en estos momentos solo se manifiesta en mí como un parque temático religioso lleno de locales de suvenires y turistas de todas las nacionalidades buscando el objetivo que inmortalizar con la cámara o el móvil. El capitalismo es el protagonista y los monjes, supongo, que felices aunque sean paganos. ¡Qué más da que sean creyentes si nos enriquecen!
Cruzo la calle principal, dirección al sendero que ha de llevarme al punto más elevado: Sant Jeroni. El sendero se ha convertido en un sinfín de peldaños que solo se disipan en los tramos más horizontales. Denominado el Camí vell de Sant Jeroni.
Los itinerarios de senderismo más importantes de las montañas de Montserrat. |
Desde luego, es la montaña más urbanizada de las que he visitado en la península ibérica. Lo salvaje ha sido descaradamente desterrado, proscrito. Uno llega a pensar que si las areas arboladas son artificiales y los animales peluches de la tómbola. Ascender el Empire State debe resulta una experiencia más natural, pienso con socarronería.
Camí vell de Sant Jeroni |
Alcanzo la humilde cima que se eleva a 1236m s.n.m. con la frente chorreante y las puños de las mangas mojadas por el sudor. El lugar es una pequeña atalaya con una rosa de los vientos en su superficie hormigonada con unas espectaculares panorámicas. Observando la blanquecina cordillera de los Pirineos elevarse de la extensa planicie. Sin lugar a dudas, el mejor momento de la jornada si uno consigue olvidarse por un momento del hiriente y punzante viento invernal. Como estoy enfriándome decido bajar sin interrupciones hasta el coche.
Últim tram abans del cim |
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