Mi primer día en Teherán

(En el nido de espías) Llevaba tendido en mi hotel media hora, intentado infructuosamente conciliar el sueño. Los nervios no me permitían relajar mi cuerpo, que había permanecido en vigilia durante toda la noche. Acababa de recién llegar, procedente de Barcelona con escala en Estambul, a la capital de las calles de grumos aceitosos en el ambiente con el estruendo musical más demoniaco de todos los tiempos. Los coches iraníes eran maquinas perfectas de destrucción, de destruir aire saludable y tímpanos. Lo que se respiraba y los altos niveles de decibelios que se soportaban estoicamente en Teherán era presagio de enfermedad y muerte. Unas semanas antes, desde Cataluña, reservé a través de la plataforma de Trivago, una noche de estancia en un hotel de cuatro estrellas: Ferdowsi Gran Hotel . Gracias a la devaluación de su divisa por las sanciones internacionales al régimen de los ayatolas pude beneficiarme de un exce...