Las llamas del deseo
Un día cualquiera de febrero de 2004 en Rishikesh Las díscolas llamas se obstinaban en mantener su brío tremuloso en la oscura noche, luchando infatigablemente por permanecer protagonista un poco más en la ribera del legendario Ganges, consumiendo la carne, la misma carne que se reconoció en un día lejano a sí misma y zascandileó en "cosas importantes" que inevitablemente se esfumaron con el sueño eterno. Emitía el fuego abstractas apariencias de monstruosidades aterradoras, como si los resplandores quisieran extraer de la vida extinguida lo sucio, lo horrible y lo tenebroso. Mientras el cauce, todavía límpido a los pies de las voluminosas prominencias del Himalaya, corría veloz e impertérrito a lugares más fangosos y podridos, donde el creador azul fallecería en un ataque masivo de criaturas microscópicas. Y los quejidos de los mutilados reyes de los bosques, crujiendo en un frenético delirio, orquestaban la sinfonía del más allá. Sacrificados silentes de los q...